El pasado 3 de mayo, Iris y Ricky celebraron su amor en un entorno mágico: la Finca La Plata. Un lugar amplio y lleno de encanto, con una piscina que invitaba a disfrutar del aire libre y del buen tiempo. Desde el primer momento, su boda tuvo un aire especial, de esos que se sienten en el ambiente. Y es que no faltó nadie importante para ellos: sus perros y su pequeño Marc también fueron protagonistas del gran día.

La ceremonia fue profundamente emotiva. Entre risas, lágrimas y abrazos, hubo espacio para recordar a la abuela de Iris con mucho cariño. Familiares y amigos tomaron la palabra para dedicarles mensajes llenos de amor, y ellos mismos se intercambiaron unos votos personales que emocionaron a todos los presentes.

Tras la ceremonia, el cóctel cobró vida. La actuación de unos amigos de la pareja, que formaron una banda para tocar en directo grandes canciones que todos conocían. La música, el ambiente relajado y las sonrisas fueron el preludio perfecto para lo que vendría después.

Durante el banquete, Iris y Ricky sorprendieron con un gesto lleno de ternura. Al día siguiente se celebraba el Día de la Madre, y quisieron tener un detalle con todas las mamás presentes. Regalaron una pequeña flor. ¡Incluidas las mamás perrunas! Un guiño que arrancó muchas sonrisas.

Y como colofón perfecto, después del primer baile, llegó una caravana muy especial que conquistó a todos los invitados: una crepería sobre ruedas que sirvió crepes deliciosos y endulzó aún más una tarde ya inolvidable.

Como fotógrafos de boda, el equipo de Sonrye Fotografía tuvo la suerte de acompañarles y capturar cada instante de esta celebración tan auténtica. Fue una de esas bodas donde todo fluye, donde la emoción es real y donde se nota que cada detalle está pensado desde el corazón.

La boda de Iris y Ricky en la Finca La Plata fue mucho más que una fiesta: fue un homenaje al amor, a la familia y a todos esos pequeños gestos que hacen que un día se vuelva eterno en la memoria.