Finca el Venero | Sonrye Fotografía

El 14 de septiembre de 2024, tuvimos el honor de ser los fotógrafos de la maravillosa boda de Irene y Trevor en la Finca el Venero, Navaluenga. Aunque ellos residen en Boston, Irene siempre soñó con casarse en su pueblo natal. Así lo hizo, rodeada de familiares y amigos que viajaron desde Estados Unidos para acompañarlos en este gran momento.

Los preparativos comenzaron al medio día, cuando Irene se preparó en la casa de su abuela, un lugar cargado de historia y significado familiar. Lució un elegante vestido de Pronovias, con un corsé adornado con delicadas perlas que añadían un toque sofisticado a su look. El velo, también decorado con perlas, complementaba a la perfección su estilo, resaltando su belleza natural y esa serenidad que solo una novia puede transmitir.

El ramo de la novia, hecho por Auro Floral, era una mezcla preciosa de flores en tonos cálidos y fríos, lo que le daba un toque vibrante y único. Predominaban las hortensias en tonos azulados, combinadas con flores en tonos anaranjados y rosados, creando un contraste encantador. Además, estaba decorado con ramas de eucalipto y pequeños detalles de paniculata, añadiendo un aire natural y fresco. Era un ramo que reflejaba tanto elegancia como modernidad, perfecto para el estilo de la boda en Navaluenga.

Trevor, por su parte, se vistió en la casa de los padres de Irene. Optando por un traje de Trajes Guzmán, de un color azul profundo que realzaba su personalidad. La corbata en tonos verdes y grises añadía un toque moderno y fresco, haciendo juego con el ambiente rústico y elegante del día.

La ceremonia tuvo lugar en la iglesia de Navaluenga, donde no faltaron los momentos emotivos. Los discursos, en español e inglés, reflejaron la unión de dos culturas y la emoción de las familias por este día tan especial. Fue uno de esos instantes que quedarán grabados en la memoria de todos los presentes.

La celebración posterior se llevó a cabo en la Finca el Venero, un entorno natural ideal para disfrutar de una boda al aire libre. Allí, los invitados disfrutaron de un cóctel y un banquete donde la calidad de la comida fue excepcional. La mezcla de costumbres americanas y españolas hizo de la cena una experiencia única, llena de detalles y sorpresas.

La fiesta culminó con los novios bailando un chotis, un guiño encantador a la ciudad natal de la novia. Fue el broche perfecto para una noche llena de emociones.

Pero el evento no terminó allí. Al día siguiente, todos los invitados fueron recibidos nuevamente en la finca para un desayuno, seguido de una comida al mediodía, donde diferentes tipos de arroces pusieron el cierre a este inolvidable fin de semana de celebración.

En Sonrye Fotografía, como fotógrafos de bodas, nos sentimos muy agradecidos de haber sido parte de esta historia de amor. Nos llevamos recuerdos imborrables de la boda de Irene y Trevor en Finca el Venero. Un lugar mágico que será, sin duda, recordado por todos los que estuvieron presentes.


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